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30 de noviembre de 2004

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Qué cosa rara eso
que te salía de los ojos y que parecían
lágrimas.

Hasta el gato pensó que estabas llorando
y se acercó y te acarició la pierna.

Toda la casa se plegó para vos.
Se arrodilló a tus pies se enterneció. La pared
que da al lavadero se te acercó desparramando
cristales de azulejos y toallones,
la columna del patio se arrastró como gusano,
para abrigarte el cuello
y enroscarse en tu tristeza.

Qué cosa rara eso que te salía de los ojos
y que todos pensaron que eran lágrimas.

El hombre que vende kerosen vino y me preguntó
por tu mirada. Yo no supe que decir y contesté
que andarías pelando cebolla... esas cosas...

La señora que limpia al lado y que
te había visto por la ventana me dijo que habías pasado
la tarde en el mar y que los alguaciles
te habían hecho una pantalla con las alas
como espejo
para que vieras tu desolación
y recapacitaras.

Qué cosa rara eso que te salía de los ojos
y que todos pensaron que eran lágrimas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí, lloraba, mañana me voy por tres meses a otra ciudad. ¿pongo un link? novys@hotmail.com