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2 de enero de 2005

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Así:
con un palo en la frente y un perro desconocido en el costado.
Sentado en la arena.
Propiamente dicho. Sin palabras.
Mirando muerto absorto.
Como si el mar fuese la tristeza.
Dandolé
cuerpo de océano.

Sentiría agotamiento general,
melancolía,
por verme pasear hacía años
en otras playas
otros perros.
No sé.
No sé que miraba ese día.
Tampoco ahora.
Y no tengo ni perro, ni palo,
ni fotógrafo que me la cuente.

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