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17 de mayo de 2005

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Tengo un mundo rico en miedo.
Un mundo oscuro y turbio como esta noche sin puertas.

Un mundo habitado por altos roperos y susurros con pelos en las patas
donde no existe la luz eléctrica ni el confort de las almohadas.
Donde no se descansa soñando.
Un mundo que da dos vueltas cada madrugada.

Latente, mi universo completo de pavores se apodera
de este hondo silencio espiritual servido en mesa. Y desde el centro del silencio bebe de toda copa y le borra los colores a los platos.

Sin embargo, ahí soy niño. Nado como pez en la corriente.
Juego con los olvidos y los sapos, y veo como ceniza que se vuela.


(Sin hombres sabios, ni fábricas de pastas, ni mujeres en vela, ese mundo,
mi galaxia de alta fiebre, de a fragmentos me saca de mi vida. Aún más,
instantes de segundos y un día al final me hará muy suyo.)

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