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1 de junio de 2005

19

Voy a estar hoy bajo el enfermo dominio de los pájaros.
Porque oí al primero, oí al pájaro que arrancó la noche
y largó al día. Gritó, abrió las nubes
bajó el viento.

Voy a estar entonces loco como los pájaros sueltos.
Voy a picar alpiste con las uñas. Voy a construir
un pueblo de paja donde reposar del vuelo, un pueblo
acomodablemente tibio, más húmedo.

Porque oí un grito de alambre que se suelta.
Un grito de fa sostenido entre los nervios:
estaba el pájaro en el borde de mi cama
parado en el borde del día.
Esperando.
Abrió los brazos, se sacudió las pulseras,
alertó a los que trabajaríamos de pájaro con él

entonces todo se reorganizó:
la arena bajó de las paredes,
los árboles salieron de sus huecos, los peces
cerraron sus nocturnas fábricas de botes.

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