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21 de septiembre de 2005

23

Campos de agua, ingresos brutos de lagunas.
Todo llueve ahora.
Estamos atados a nuestros pasajeros.
Grita el viento. Grita cosas horribles.
Palabras con mucho rencor.
Y hacia el fin de los árboles vamos
mientras vuelven a sus casas hombres músicos
en donde los espera la madera y el piso
tiene la suavidad del beso o de la estufa.

Mojados de huracanes somos menos que el pasto.
Nos espían pasar las vizcachitas.
Los puentes se inflan de orgullo adolescente
y camiones azules esperan nuestro paso
para no salpicarnos el cartón montado.
Ah licor de planeta que emborracha
a las aves atadas a los nidos.
¡Cómo llueve en todos los caminos!
Reflejo índigo del asfalto. La tarde se licúa en cien kilómetros.
Este agua es humo, acero que te abre
tierra, como pan de primavera.

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