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16 de octubre de 2005

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Palmas de indio. El perfume del hinojo
es una casa larga y blanca.
Como tenemos por día aguas y yerbas
la casa tiene flores blancas en las piernas
y perros articulados que le orinan
los ladrillos apilados de la frente.

Cerca de esa casa he visto las carcazas abiertas
de diez campos. Las jaulas rotas ¿Qué pasa
que el cuero abandona los cuerpos?
¿Qué pasa en estos días de cadáver junto a tanta vaca
pastándole el costado?

Como jaulas para atrapar jilgueros,
como jaulas de sangre veo pasar
costillas con orejas secas y ojos
abiertos al filo del frío.Un humo
se arrastra entre la muerte.
Esta es la medida de la masacre del viento:
(aunque vientos más griegos nos esperen)
campo, campo muerto, ganado, indio muerto.
La agonía de la boca de pasa de agua dulce muge silencio.

El perfume del hinojo es una casa grande y blanca.
Los caramelos de anetol y el regaliz de la barca La Española,
y las cavas abiertas por el sapo común y muchas leguas
abiertas al derrumbe son sus cuartos.
Las paredes se abren como madera cortada.
Todas las ventanas llevan agua.
Los grandes pinos exponen sus fracturas sin escombro:
anillos pulverizados, puñales de astilla,
goteo, suero que beben las hormigas.

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